miércoles, 4 de marzo de 2009

LA HABITACIÓN OSCURA



La luz era débil, la oscuridad envolvia aquella habitación. Él se encontraba en una silla mirando esa tenue luz que poco a poco aumentaba. El frio era intenso, el corazón latía despacio y ese sonido no dejaba de resonar en la habitación, un tic-tac rudo y seco que golpeaba contra las paredes. Pronto sonaron las campanadas que daban las 11 y de nuevo silencio dando paso al sonido del péndulo.

La habitación estaba vacia, tan solo una alfombra roja rodeaba la silla en la oscuridad. Sobre esa goteante mancha roja se encontraba también aquel filo que había frabricado aquel charco. Una lamina de acero revestida por una empuñadura de plata y que ahora se encontraba teñida de rojo.

La luz se hacía más grande y el dolor comenzaba a desaparecer. El péndulo seguía moviéndose pero el sonido parecia cada vez más lejos, el corazón ya no latía y la luz llenó la habitación. Sus ojos se cerraron, su alma voló, estaba muerto.

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