Lo sabía desde el primer momento en que aquella pistola presionó mi sien, iba a morir. El sudor frío se deslizaba por mi agrietada cara debido al paso del tiempo. La oscuridad reinaba en aquel lugar y yo solo podía sentir el frío cañón sobre mi cabeza que contaba lentamente el tiempo final de mi vida.
¿Qué te pasa por la cabeza cuando vas a morir? Sencillamente nada. Tu mente se queda en blanco mientras tu sangre se hiela sabiendo que ya no circulará más. Mi vida no me pasaba por los ojos como en las películas, todo ello fantasías de Hollywood. En realidad veía oscuridad y un fin de todo lo que conocía como vida. Una vida a la que ahora alguien llamaba a su puerta, una figura por tantos conocida pero que nadie quiere encontrar nunca. Su guadaña arrastra mi alma del cuerpo mientras el mecanismo del revolver se acciona.
La bala sale del cañón y lo que debía ser décimas de segundo se convierte en eternidad. Una eternidad de la que el final es conocido, la bala atraviesa la cabeza como un tren pasando por un túnel y después nada, silencio
No hay comentarios:
Publicar un comentario