jueves, 2 de abril de 2009

MUERTE DE UN VALIENTE

400_1206580589_pirata

Aun recuerdo aquellas velas negras en el horizonte, aquellos gritos de terror de al tripulación y aquel frío helador de una muerte que se aproximaba. Piratas, pero no piratas cualquiera, piratas sanguinarios que no hacían prisioneros y mataban por diversión. Atrás había quedado el ideal romántico del pirata, ahora solo navegaban sembrando el terror.

Mi vida en el mar tocaba su fin, aquellos sonidos se oían en la lejanía. Cantos de piratas que cada vez se hacían más fuertes y se mezclaban con la tripulación. Una tripulación desesperada que en muchos casos tomaba la decisión de ahogarse en el mar saltando por la borda, una muerte de cobardes pero nada comparable al sufrimiento que les harían pasar.

El olor a pólvora creció con los disparos de cañones y pistolas. Yo no abandonaría aquel barco y como su capitán me hundiría con él. Aquellos sanguinarios asaltaron el barco dejando correr la sangre sobre la cubierta. Hombres desmembrados por todos lados y alguna cabeza cuyo cuerpo se hallaba en paradero desconocido era todo lo que quedó de la tripulación.

Aquellos hombres me obligaron a arrodillarme pero me negué, si tenia que morir lo haría de pie y no suplicando. Me ataron a un mástil y me castigaron con cadenas golpeándome una y otra vez, pero sin embargo yo no grité ni supliqué. Una vez más me obligaron a arrodillarme y de nuevo volví a negarme con mi cuerpo tembloroso tras la brutal paliza. Me cortaron mis manos y las orejas y me bajaron al mar con cadenas metiéndome y sacándome del agua cuando apenas me quedaba aire. El dolor producido por la sal del mar en mis heridas era insoportable y terminé desmayándome.

Lo siguiente que recuerdo es ver irse a aquel barco a lo lejos mientras yo me hundía atado al mástil del barco. Mi última imagen antes de abandonar mi vida para siempre fue unas palabras que me habían gravado con un cuchillo en el pecho “Así muere un valiente”.

No hay comentarios: