sábado, 6 de junio de 2009

PLANETA Z35Y(Capítulo 5.1)

z35Y

Paul, Jack y George atravesaron la puerta y entraron en un gran vestíbulo, delante de ellos se encontraba un hombre muy alto de 2,70 sentado en un enorme trono, era de color oro, pelo plateado, y ojos color bronce.

-Hola, les doy mi bienvenida a mi humilde planeta-dijo el hombre-mi nombre es Gold-.

-Yo soy Paul, y estos son George y Jack-.

-¿Te he preguntado?-.

-No-.

-Pues cállate. De que planeta venís,¿venís de la tierra al igual que el hombre del Apocalipsis?-.

-Sí, de la tierra. Majestad, ¿A quién os referís con el hombre del Apocalipsis?-.

-Veréis, un hombre de vuestro planeta hizo un pacto con los alienígenas hace dos años, puesto que no podían comer a nadie, les dijo que les proporcionaría mas humanos a cambió de que le dejaran con vida.

“Este hombre les entregó a su tripulación en bandeja, y después pidió ayuda para que vinieran más, y no solo eso, sino que ese hombre es doctor, y les está trasplantando alas a su columna, de tal forma que pueden volar y atacarnos-.

-No será por casualidad el doctor Kevin-dijo Paul-.

-Sí ese es, pero nuestros espías le han perdido la pista-.

-El doctor, está muerto, lo vimos, ésta en la nave, lo han matado, no debían soportar sus ordenes-.

Un hombre de color azul entró en la sala y se arrodilló.

-Señor, los espías informan que unos humanos han tomado la nave y se han encerrado, parecen ser de la tripulación de estos hombres-dijo el hombre-.

-Si eso es cierto nos dirigiremos a la entrada subterránea y al reconocerles a ustedes abrirán la puerta-dijo Gold-.

...

Estiben corría tras Michael y Federic. Éstos avanzaban a gran velocidad por la espesa jungla tropical, la cual estaba plagada de vida muy distinta la de la tierra, de no ser porque Richard estaba en peligro, Estiben habría contemplado las maravillas del planeta.

- Aquí es- dijo Michael señalando a un teclado dentro de un árbol -.

- Bien, ¿a estamos esperando? –dijo Estiben dirigiendo la mano al teclado -.

- ¡Espere! –dijo Michael a Estiben – el cual se detuvo de inmediato- esas cosas nos están acechando -.

- ¿Y por que no nos matan?- dijo Federic -.

- Porque quieren recuperar la nave y esperan a que la abramos – dijo Michael.

- ¿Algún plan?- dijo Estiben -.

- Cuando abra la puerta entren, yo les pararé- dijo Michael -.

Federic se preparó al lado de la puerta y Estiben introdujo el código rápidamente. La puerta se abrió y Federic y Estiben entraron en el túnel. Michael empezó a disparar a los alienígenas que bajaban de los árboles gran velocidad, a éstos no les importaban las balas y seguían avanzando. Michael no lo conseguiría, faltaban 10 segundos para que las puertas se cerrasen y casi los tenia encima. Miró a un lado, si pulsaba el cierre manual moriría, pero salvaría al resto. Éste pulso el botón y la puerta se cerró. Desde el otro lado de la puerta solo se oyó un grito, y por debajo de la puerta se veía un charco de sangre.

Estiben y Federic avanzaron por el túnel sigilosamente, éstos llevaban una metralleta cada uno.

Pronto llegaron a una puerta blindada de apertura manual mediante una manivela, éstos comenzaron a girarla lentamente hasta abrir la puerta con un chirrido producido por el oxido.

Todo estaba oscuro, entraron en la nave, la cual estaba silenciosa y no mostraba signos de hostilidad.

-¿Richard está ahí?- dijo Estiben -.

Nadie respondió solo se oyó el portazo de la puerta oxidada, la cual se cerró, y la manivela giro rápidamente sola.

- Comandante, algo me dice que sea lo que sea, algo a tomado el control de la nave- dijo Federic -.

Una sombra se movió a gran velocidad delante suyo emitiendo un graznido. Estiben alzó el arma esperando volver a ver al alienígena para poder dispararle y matarle.

Éstos avanzaron por el estrecho pasillo de la sala de máquinas, un ruido sonó detrás de ellos, un escape de vapor procedente de una de las máquinas de fusión creo una niebla que les quito visibilidad.

Unas garras correteaban al lado suyo, era como si algo les rodeara como si fueran una presa, una forma apareció en la niebla, era como si una corriente eléctrica se dirigiera a ellos, una ráfaga de aire penetro en sus ojos cegándoles, era como si se les quemara los ojos.

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