miércoles, 14 de abril de 2010

EL RINCON MALDITO - Parte 1

PANTANO

El pantano parecía tener vida, una vida con cierto toque a muerte. Así lo sintió Ignis mientras sus piernas se entumecían al atravesar la inmensa bruma. Las burbujas de aire borboteaban en aquel cenagal que le cubría en esos momentos las rodillas. Su cuerpo avanzaba sigilosamente conocedor del peligro que acechaba en aquel lugar. El rincón maldito, así apodaban a aquel lugar donde se encontraba su objetivo, la bruja de los páramos del Norte. El silencio pronto se vio roto por un lejano movimiento en el agua del que el veterano guerrero se percató. Muchas eran las primaveras que habían visto sus ojos, pero su oído seguía intacto. El murmullo creció y el agua se tambaleaba cada vez con más fuerza, tan solo fueron un par de segundos y unas enormes fauces se abrían buscando a su presa. Ignis esquivó a aquella enorme serpiente, sin duda debía tratarse de la guardiana de la bruja, una artimaña maligna creada con el fin de no dejar a nadie acceder a sus dominios.

La calma volvió al pantano y la criatura miró de un lado a otro con sus ojos del tamaño de dos enormes melones y sus afilados colmillos que equivalían a la mitad del cuerpo de un hombre. Nada alrededor parecía inmutarse de su presencia. El filo de una espada asomó del agua a espaldas de la serpiente y sin tiempo de reacción Ignis saltó sobre el lomo del reptil clavando el metal y aferrándose a él con fuerza. Las sacudidas comenzaron y sus fosas nasales se inundaron una y otra vez de aquellas turbulentas aguas donde la criatura cada vez circulaba y se movía de manera más violenta. De pronto frenó en seco y el valeroso guerrero salió volando por el aire consiguiendo frenarse al agarrarse a un grueso tronco de un árbol. La serpiente lo miró desafiante, sus ojos color esmeralda se tornaron en rojo fuego y sus fauces volvieron en su busca esperando mayor fortuna.

Los brazos de Ignis detuvieron a tiempo uno de los enormes colmillos que impidió a la criatura cerrar eficazmente su mandíbula. Ese instante fue suficiente para zafarse de la criatura y recuperar la espada de su lomo. El aire ser cortó a la velocidad que la espada cercenó uno de los ojos de la criatura que sacudiéndose arrojó al guerrero al agua. La víbora gritaba de dolor y su furia crecía por momentos. Ignis se levantó y permaneció firme ante la criatura, blandiendo la espada con fuerza a la espera de que atacase.

La enorme serpiente se lanzó envuelta por la locura contra su presa, la cual aprovechando la poca visibilidad de la criatura se situó en el lado izquierdo y cuando pasó a su lado asestó un fuerte golpe tras la cabeza de la serpiente tiñendo las aguas de rojo. El reptil se retorcía de dolor mientras que Ignis uso esos momentos de debilidad para seguir asentando golpes hasta que finalmente cortó la cabeza de aquella bestia ahogando sus gritos para siempre.

1 comentario:

Patricia K. Olivera dijo...

que buen relato!!me gustan este tipo de escritos, te mantienen en suspenso.
Quedo en espera de lo que vendrá...

Hasta pronto!!

http://mismusaslocas.blogspot.com