domingo, 27 de noviembre de 2011

EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR






Las hojas caían sobre aquel pequeño riachuelo improvisado en la acera por la lluvia, mientras que el viento, por su parte, se encargaba de susurrar por las rendijas de las ventanas mal cerradas. Comenzaba a caer la noche con su manto de oscuridad, algo difícil de discernir tras varios días con el sol oculto entre las nubes. Yo como era habitual realizaba mi ronda nocturna por aquel teatro, sólo y con la única compañía de mi linterna y mi mp4 que me aislaba de los crujidos y quejas del paso del tiempo por aquel viejo edificio.

En una de las pausas entre canción y canción comencé a oír unos golpes en la estancia más próxima, a lo cual intrigado procedí a quitarme los auriculares y caminar lentamente con la linterna en mano. Era muy habitual que en aquel lugar se colasen por la noche vagabundos y más en aquellos días en busca de un lugar donde resguardarse. Lentamente comencé a caminar hacia la puerta y de nuevo un ruido resonó en el interior de la habitación, camerino 11 señalaba el cartel de la puerta. Con firmeza me dispuse a girar el pomo de la puerta con una mano mientras sujetaba la linterna con la otra. El lugar permanecía a oscuras y volví a escuchar el ruido, rápidamente ilumine con la linterna, descubriendo como la ventana golpeaba a causa de estar mal cerrada y del viento que me había jugado una mala pasada. Observe a mi alrededor y vi aquel viejo espejo enmarcado en viejas bombillas que hacía tiempo que no funcionaban. Deje la linterna sobre la mesa y utilice uno de los viejos taburetes de madera para subirme y cerrar la ventana. Finalmente conseguí cerrarla y un escalofrío recorrió mi espalda, seguido de un susurro: "el espectáculo debe continuar". La luz de la linterna desapareció y en un intento de volverme bruscamente la banqueta crujió y yo caí al suelo a oscuras. Las risas resonaban en el lugar y yo tras ver la linterna en el suelo a mi lado me lancé desesperado hacia ella tratando de encenderla.

Cuando por fin conseguí recuperar la calma y alumbrar el lugar todo volvía a la normalidad, nadie había en la sala y el taburete se había roto debido a su antigüedad. Sin querer pararme a pensar que habría sido todo aquello me dirigí a la puerta e intenté girar el pomo, pero no pude. El pomo abrasó mi mano y horrorizado vi como la habitación dejaba de estar a oscuras para iluminarse por un fuego que me rodeaba por todos lados. Entre las llamas distinguí una silueta que ardía y gritaba ayuda mientras yo desesperadamente comencé a embestir la puerta intentando salir de allí como fuese. Al fin la puerta cedió y yo comencé a correr por el pasillo de lo camerinos. Normalmente era más corto pero en esta ocasión por mucho que corría no parecía tener fin, por lo que decidí parar mi carrera y fijarme bien en el número de la puerta, mi sorpresa fue aun mayor al observar que el camerino de mi derecha y de mi izquierda era el 11 y según avanzaba seguía igual. Trate de concienciarme y serenarme y cerré los ojos esperando despertar de aquella pesadilla.

Al abrir los ojos ya no me encontraba en el pasillo si no en el escenario del teatro, frente a mi una joven chica de cabello rubio me miraba sin decir nada. Avancé lentamente sin saber que decir y de pronto su silueta sin caminar se acerco en décimas de segundo frente a mi, sus ojos azules como el cielo se tornaron en un color gris mientras que comenzó a llorar. Pero no eran lágrimas, si no sangre lo que resbalaba por su rostro, horrorizado retrocedí, mientras ella me decía llorando "¿Donde vas? El espectáculo debe continuar" No quise contemplar más la escena y comencé a correr en esta ocasión hacía la puerta del teatro mientras los llantos comenzaban a sonar cada vez más fuerte a mis espaldas. Por fin salí a la calle y la lluvia comenzó a empapar mi pelo, los gritos cesaron y fueron sustituidos por las gotas golpeando fuertemente contra el suelo.

La policía no tardo mucho en llegar, yo esperé sentado en las escaleras del edificio de enfrente resguardándome de la lluvia lo mas lejos de la entrada de la que había huido despavorido. Al registrar el lugar no encontraron ni rastro de las cosas que yo había visto. Finalmente me condujeron al interior del lugar y les guié al camerino, pero de nada sirvió pues no existía el camerino número 11. Del 10 saltaba al 12 y en el lugar del 11 se encontraba un cuarto de limpieza. No volví a saber nada de aquel cuarto hasta muchos años después, en un día en el que indagando descubrí la noticia de una muerte trágica, la de una actriz que en aquel teatro murió en un incendio en su camerino.

1 comentario:

Lara Karou Duchannes dijo...

Es un relato escalofriante. Si llego a estar a oscuras, quizá me hubiera asustado demasiado para poder dormir.
Sigo diciendo que me vuelvo adicta a tus relatos, así que escribe más. ¬¬